septiembre 10, 2006

LA FIESTA DE LA VIRGEN DOLOROSA, PARA SANTA CRUZ

La fiesta de Nuestra Señora de los Dolores que la Iglesia celebra cada 15 de Septiembre, es la fiesta principal para los religiosos y religiosas de Santa Cruz. El P. Basilio Moreau nuestro fundador quiso que así fuera porque ella representaba muy vivamente el sentido que tenía para él la obra de Santa Cruz. Las Constituciones o Regla de Vida de Santa Cruz dicen que “las fiestas propias de la Congregación debieran darnos a todos la ocasión de orar y celebrar juntos como familia. La principal de estas fiestas es la de Nuestra Señora de los Siete Dolores, día para conmemorar en toda la Congregación, puesto que ella es nuestra patrona.” (Constitución 3, n.29)

Difícil entender que nuestro fundador haya escogido una fecha tan triste para celebrar año a año la misión de Santa Cruz. En nuestro tiempo nos resulta igualmente incomprensible que la Iglesia quiera promover esta fiesta como un modelo que inspire la vida de un cristiano. El dolor nos incomoda, nos desanima, nos enfrenta con la soledad, nos lleva a recordar momentos de nuestro pasado o de nuestra historia presente que más bien quisiéramos olvidar. ¿Qué sentido puede tener una fiesta como está para transformarla en la principal fiesta de una congregación religiosa?

Las mismas constituciones algo nos dicen. “Jesús hizo suyo el dolor y la muerte que el pecado causa. Aceptó el tormento, y a cambio nos dio la alegría. El nos enviará a servir en medio del mismo pecado y dolor; debemos, por lo tanto, saber que también nosotros encontraremos la cruz y la esperanza que ella promete.” (Constitución 8, n.114)

En la vida de cualquier cristiano el éxito o el triunfo sólo llega fruto de haber resistido ante un gran dolor. No es que tengamos que buscar el dolor, ya que este llega inevitablemente alguna vez, pero en el dolor participamos de lo mismo que vivió Cristo, y participamos de su obra redentora. No es fácil para nosotros comprender esta verdad, así como para María debe haber sido durísimo comprender porque su propio hijo terminaba crucificado. Los dolores más fuertes son vividos muchas veces allí en donde uno ha puesto su mayor amor. Muchas veces quien más ha amado y se ha entregado con mayor abnegación por los demás, tendrá que pasar en la vida por los dolores más fuerte. María tiene que ser la Madre que más ha sufrido, porque sin duda ella fue la que dio a su hijo el amor más perfecto.

Como religiosos de Santa Cruz, no podemos rehuir al dolor y por el contrario hoy día podemos reconocer que los momentos más dolorosos de nuestra historia como Congregación son por otra parte los que nos han regalado una unión más profunda entre los hermanos, y una renovada confianza en que Santa Cruz no es obra nuestra sino que de la Divina Providencia. Como Congregación religiosa nos encontramos frecuentemente sirviendo en medio del dolor: al estar cerca de miserias que no podemos aliviar, al enfrentar tareas que sobrepasan los talentos o medios que uno creía poseer, al predicar al Señor a aquellos que tienen poca fe y ver que no quieren oír hablar de Él; al sentir la actitud distante de los amigos, incluso en la misma comunidad, o de aquellos a quienes hemos dado toda una vida. Por otra parte hemos visto que es en la cruz donde volvemos a encontrar los testimonios más nobles y más hermosos de nuestra misión y donde nos volvemos a encontrar con los verdaderos regalos de Dios.

Puede ser extraño celebrar la Fiesta de los Siete Dolores de María como nuestra principal fiesta, pero como olvidar que fueron los momentos de dolor vividos, aquellos donde pusimos nuestra mayor confianza en Dios y en donde la presencia de Cristo Resucitado fue más patente. Hermoso sería poder decir que Santa Cruz, y los religiosos y religiosas que pertenecemos a ella, estamos llamados a ser personas que aportan esperanza al mundo de hoy, porque en verdad hemos visto que “no hay fracaso que el amor del Señor no pueda superar; no hay humillación que él no pueda transformar en bendición; no hay ira que El no pueda disipar, ni rutina que no pueda transfigurar.” Espero que alguna vez puedas sentir que un religioso de Santa Cruz, o que la comunidad del Saint George animada por estos religiosos, estuvo acompañándote en el momento más doloroso que te ha tocado vivir, porque así lo quiso el P. Basilio Moreau. Que importante transmitir al mundo de hoy este otro aspecto de la Madre de Jesús. Ella supo mejor que nadie enfrentar el dolor porque su amor por Jesús, había sido el más perfecto.

P. José Ahumada F. c.s.c.

LOS 7 DOLORES DE LA VIRGEN MARÍA

1.- María es repudiada por José.
2.- María escucha que una espada iba a atravesar su corazón.
3.- María huye a Egipto
4.- María y José pierden a su Hijo en el templo.
5.- Jesús dice: ¿Quién es mi madre y mis hermanos?
6.- María al pie de la Cruz de Jesús
7.- Sepultan a Jesús.